
Entonces te vi, con lapices azules y tu ropa planchada
dibujabas historias de gente alineada,
vos alineabais los bancos, los puntos de fuga y yo no entendía nada de nada.
Igual te escuchaba atenta y me gustaba
¿me gustaba la historia? o como vos la contabas?
si no entendía... creo que eras vos quien me gustaba.
No entendía el comienzo, ni la llegada
no entendía nada de nada.
Te miraba entonces,
y ahora también te miro,
te miro en mis sueños
y cada tercer día de la semana.
Espero que llegue la tarde impaciente
cuento las horas con mis dedos pequeños
y si falta un poquito para el encuentro
se me paran los pelos y se vuelan al viento.
Hoy es lunes, solo falta un día para mañana...
te veré seguro, y seguro no entenderé nada.